Del trastorno por atracón el Génesis cuenta cómo comer la fruta prohibida fue el primer pecado.
Cualquier persona con obesidad, bulimia o atracones sabe que hay una asociación entre comer y culpabilidad. En ocasiones comen a escondidas, no se animan a hablar de ello, comunican la sensación de estar en pecado, el relato mismo suele estar impregnado de culpa, a veces hasta se asemeja a una confesión.
Por otra parte, la voluntad no consigue hacer nada para remediarlo. Por más que la persona lo intente una y mil veces, el impulso se impone con más fuerza.
Son hechos tangibles, sin embargo, la relación entre comer y culpa no está clara.
Lo que conceptualizamos hoy como bulimia, en los banquetes romanos, estaba admitido culturalmente que después de la comida se recurriera al vómito para poder continuar comiendo y disfrutando de la fiesta.
Santo Tomás expone un texto de la Summa teológica a la gula. Trata de explicar la diferencia entre la satisfacción de una necesidad (la de alimentarse) y la lujuria (un pecado).
¿Cuándo podemos decir que hemos satisfecho una necesidad? ¿Se trata de un problema de saciedad? ¿Cómo determinamos el momento de saciarnos?
La escolástica (resultado de la unión del pensamiento filosófico y del pensamiento teológico para comprender y explicar las revelaciones sobrenaturales del cristianismo) desarrolla sus conclusiones:
Lo deleitable es bueno porque nos hace alimentar, pero ello mismo puede conducirnos al exceso.
Comer por puro placer es lujuria.
San Agustín, por su parte, dice que el placer es necesario para comer. Si no obtuviéramos algún placer, por pequeño que fuera, no nos veríamos llevados a ingerir los alimentos.
Como vemos el debate está en la separación entre necesidad y deseo.
Popularmente escuchamos: “Se junta el hambre con las ganas de comer”. ¿Qué diferencias hay?
El bulímico cree poder responder a esta pregunta recurriendo al vómito. El vómito es una respuesta. No importa si ya está satisfecho, si lo que está comiendo ya no le gusta, si le hace daño o lo engorda. Total…después lo vomita.
Se trata de un impulso irrefrenable que no brinda placer alguno, que no obedece a un deseo por algún alimento especialmente apetitoso.
Aquí nos encontramos en el punto opuesto a aquel en el que se encuentra el goloso.
Este último elige, siempre hay algo que lo tienta, se detiene frente al quiosco, frente al plato de masas, frente al menú del restaurante, saborea anticipadamente, se toma su tiempo, disfruta, a veces ostensiblemente; el placer que obtiene es manifiesto.
¿Por qué los dioses se sentaban a comer a la mesa? ¿Para qué alimentarse si su cuerpo inmortal no tiene ninguna necesidad?
Por placer.
Las divinidades se reúnen para comer por el gusto de la fiesta en sí, por la enorme alegría que el banquete les produce y no realmente por el simple fin de saciar su apetito, de calmar su estómago.
Para los mortales llenar una barriga puede suponer una verdadera fuente de desgracia, llevándolos finalmente a la muerte.
En los trastornos de hiperalimentación, no se trata del placer, no se trata del paladeo goloso -que puede ser compartido-, sino de la devoración angustiosa -que se vive en en soledad-.
Mantenemos las mismas pulsiones desde la lactancia, el destete y la fase anal, hay crecimiento por supuesto, orgánico y psicológico pero las pulsiones no maduran.
Lo que cambia es la posición que tomamos con respecto a esas pulsiones, las necesidades las formulamos en palabras para encontrar satisfacción.
Sin más dilaciones, es probable que estés cuestionándote si comes atendiendo a tus necesidades, a tus deseos o comes por ansiedad sintiendo descontrol y desesperación.
Te animo a que realices tu trabajo de autoexploración a través de los 10 indicadores para saber si sufres un trastorno por atracón.
10 indicadores para saber si sufres un trastorno por atracón
Según la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) un episodio de atracón tiene dos características fundamentales:
- La ingesta en un breve periodo de tiempo (en torno a 1-2 horas) de una gran cantidad de alimentos.
- Sensación de falta de control de la ingesta (lo que provoca malestar subjetivo).
Además, para poder ser considerado un atracón, debe asociarse a tres o más de los siguientes hechos:
- Comer mucho más rápidamente de lo normal.
- Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
- Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente.
- Comer sólo, debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere.
- Sentirse luego a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado.
Y además,
- Malestar intenso respecto a los atracones.
- Los atracones se producen, de promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses.
- El atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento compensatorio inapropiado, como en la bulimia nerviosa, y no se produce exclusivamente en el curso de la bulimia nerviosa o anorexia nerviosa.
Puede que estés pensando que en alguna ocasión aislada te has dado un atracón y no por ello tienes un trastorno.
Efectivamente, hace falta que se cumpla una determinada periodicidad para considerarlo como tal. Del mismo modo que no eres considerada una persona alcohólica porque en alguna fiesta puntual te hayas pasado con la bebida.
El atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento compensatorio inapropiado, como en la bulimia nerviosa, y no se produce exclusivamente en el curso de la bulimia nerviosa o anorexia nerviosa.
El trastorno por atracón se manifiesta en aquellas personas que, sin llegar a la bulimia, tienen una relación problemática con la comida. Este trastorno puede darse tanto en personas con normopeso, como en personas con sobrepeso y obesidad.
Conclusión
Después de toda la explicación, he de decirte que no todas las personas que se dan atracones cumplen todos los criterios del trastorno, sin embargo, a muchas de ellas, estos episodios les genera sufrimiento y les inhabilita para conseguir llevar a cabo una de dieta sana y adelgazar de manera estable en el tiempo.
Es posible que después de leer este artículo te estés cuestionando si tienes un problema con la comida, si tiendes a darte atracones o si padeces un trastorno por atracón.
Efectivamente mi intención es que puedas denominar los síntomas difusos que te hacen sufrir para concienciarte de que la conducta alimentaria puede suponer un malestar psicológico clínicamente significativo.
Si hay una compulsión con las drogas o con el alcohol sabemos ponerle nombre y dónde buscar ayuda, sin embargo, si nos damos atracones y sufrimos diariamente por ello, lo escondemos y nos culpamos.
Por lo tanto, mi propósito es ayudar a las personas a identificar su dolor con palabras, ponerle nombre a lo que les ocurre, porque esta es la única vía para poder asumirlo como problema y por tanto enfrentarse a ello para buscar solución.
Si es tu caso, lo primero que quiero es calmarte porque estos desajustes de la conducta alimentaria tienen solución y pueden ser tratados.
Soy Psicóloga y estoy especializada en trastornos de la alimentación, llevo más de 10 años tratando a personas con trastorno por atracón con unos excelentes resultados. Puedo ayudarte a empezar a cambiar, tomando conciencia del problema y actuando sobre él. Da el primer paso.
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