Las redes sociales en el TCA tienen un gran impacto, y aunque pueda parecer algo relativamente nuevo, para nada lo es.
Ha cambiado el contenido, sí, pero no el continente. Ahora son los reels, TikToks y fotos de influencers bombardeando nuestras pantallas. Hace años, lo eran esas imágenes en la televisión de top models en pasarelas, o las portadas de revistas con las famosas de turno.
Sea como sea, a lo largo de los años de consulta como psicóloga especializada en psicología de la alimentación, he visto de primera mano cómo la relación con la comida y el cuerpo puede verse influenciada por factores tan externos como los medios de comunicación, que forman parte integral de nuestro día a día, pero desde los que vemos diariamente a personas completamente ajenas a nuestra vida.
A pesar de ajenas, esas imágenes que consumimos queriendo e incluso sin querer influyen profundamente en cómo nos percibimos y en las expectativas que tenemos de nosotros mismos, especialmente en relación con nuestra imagen corporal.
Hoy quiero hablarte de la influencia que tienen estas plataformas en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y en la autoimagen, y cómo podemos trabajar desde un enfoque más consciente y compasivo para minimizar su efecto.
Redes Sociales en el TCA y la Imagen Corporal
Actualmente vivimos en un mundo digitalizado donde el acceso a las redes sociales es prácticamente constante. Instagram, TikTok, Facebook y otras plataformas están repletas de imágenes y mensajes que, aunque no lo parezca, moldean nuestra visión de lo que es «bonito», «adecuado» y «aceptable».
Esto no sería necesariamente un problema si la mayoría de los contenidos no estuvieran centrados en ideales irreales de belleza y cuerpos perfectos.
Las redes sociales nos exponen a una cantidad abrumadora de imágenes y videos de personas que parecen tener el «cuerpo ideal» según estándares que a menudo son poco alcanzables y manipulados (filtros, retoques, ediciones).
Justo veía un reel el otro día en el que una influencer mostraba un vídeo suyo bailando en bikini, editado y sin editar. ¡Era increíble lo bien logrado que estaba! Era imposible diferenciar cuál era el vídeo real, y cuál era el falso.
De ahí que sea tan importante ser consciente que los cuerpos y estilos de vida que vemos en línea muchas veces no reflejan la realidad. Pero la mente, sobre todo la de personas jóvenes o con una autoestima debilitada, no siempre distingue lo real de lo editado. Así, nace una insatisfacción constante con el propio cuerpo, que es un terreno fértil para el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria.
Como te decía, he trabajado con muchas personas que han desarrollado o acentuado problemas relacionados con la alimentación y la imagen corporal debido a las redes sociales. Jóvenes (y adultos) que comparan su cuerpo con el de influencers, que siguen dietas extremas o regímenes poco saludables porque quieren verse como alguien que vieron en línea (incluso siguiendo la dieta de X celebrity sin saber nada de lo que hay detrás), o que experimentan ansiedad al no poder cumplir con esos estándares.
Lo más preocupante es que, aunque todos somos susceptibles a este fenómeno, las personas con predisposición a la inseguridad corporal o con una relación problemática con la comida son mucho más vulnerables. Las redes sociales se convierten en un espejo distorsionado que alimenta las comparaciones constantes y la autocrítica destructiva.
¿Qué puedes hacer al respecto?
Como psicóloga, siempre animo a mis pacientes a tomar un papel activo y consciente en la forma en que interactúan con las redes sociales. Aquí te dejo algunos consejos prácticos que puedes empezar a implementar hoy mismo:
- Cuida a quién sigues: haz una revisión de las cuentas que sigues. Si te das cuenta de que alguna cuenta te hace sentir mal contigo mismo o te genera ansiedad, deja de seguirla o silénciala. Rodéate de contenido positivo que promueva la diversidad corporal, la autoaceptación y una relación saludable con la comida y el cuerpo.
- Recuerda que las redes no muestran la realidad completa: muchos de los cuerpos que ves en Instagram o TikTok están retocados. Incluso cuando no lo están, no ves la historia completa: el contexto de esas personas, sus problemas o cómo han llegado hasta ahí. Mantén esto en mente cuando te sorprendas comparándote con otros.
- Practica la autocompasión: hablarte a ti mismo con amabilidad es clave. Las redes sociales pueden hacer que seas muy crítico con tu propio cuerpo, pero la autocompasión puede ayudarte a contrarrestar esto. Cuando sientas la necesidad de compararte, recuérdate tus propias cualidades y todo lo que tu cuerpo hace por ti.
- Limita tu tiempo en redes: el simple hecho de pasar menos tiempo en redes sociales puede reducir significativamente el impacto que tienen en ti. No se trata de eliminarlas por completo (a menos que sientas que es necesario), sino de usarlas de forma más consciente.
- Refuerza tu autoestima fuera de las pantallas: involúcrate en actividades que te hagan sentir bien contigo mismo, como el deporte, actividades creativas o pasar tiempo con personas que te valoran por lo que eres.
Si alguna vez has sentido que las redes sociales afectan tu bienestar, tu autoestima o tu relación con la comida, te animo a dar el primer paso hacia el cambio. Quién sabe, puede que este sea el primer avance en el camino hacia una relación saludable con tu cuerpo y la comida puede comenzar hoy mismo.
Te dejo la siguiente tarea: reflexiona sobre cómo te sientes cuando navegas por las redes, qué te generan las imágenes y vídeos que te aparecen, párate a realmente pensar sobre ello. ¿Ves a determinadas personas que te generan malestar, te hacen compararte, o sentir de menos? ¿Lo que dicen o hacen generan en ti una sensación de insatisfacción por cualquier razón? ¡Sal de ahí!
Piensa que todo eso que está entrando por tus sentidos está afectando a quien eres hoy, y en la persona que vas a ser a corto, medio y largo plazo. Así que aplica algunos de los consejos que te he compartido y, si sientes que necesitas apoyo, busca ayuda profesional.
El impacto de las redes sociales es real, pero también lo es tu capacidad de gestionar ese impacto y cuidar de tu bienestar mental y emocional.
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