¿Cuántas veces has intentado adelgazar a base de fuerza de voluntad?
O mejor aún: ¿cuántas veces has fracasado intentando adelgazar a base de fuerza de voluntad?
Te sorprenderías la cantidad de veces que he escuchado en consulta la frase: “quiero adelgazar pero no tengo fuerza de voluntad”.
Y yo, a esta, siempre contesto lo mismo: “la fuerza de voluntad no existe, así que puedes respirar…”
Así es. A nivel científico, no existe la fuerza de voluntad. En todo caso, tenemos estrategias de control, de motivación, gestión de expectativas, herramientas para fortalecer la autoestima y dirigir la autocrítica, y todas ellas se pueden trabajar (más adelante te hablo de ellas).
El problema es que tenemos tan interiorizada la idea de la falta de voluntad, que cuando ya hemos fallado alguna vez a la hora de intentar salir del bache, consideramos que es algo que va en nuestra personalidad y nos resignamos: “lo he intentado tantas veces y he fallado, que yo no valgo para esto”.
Precisamente en terapia trabajamos sobre esta base: dejar atrás la estrategia de la fuerza de voluntad, y tratar de aprender habilidades alternativas que nos apoyen en el proceso de cambio.
Alternativas a la fuerza de voluntad para adelgazar
Sé que muchas personas estarán leyendo estas líneas incrédulas, sin creerse que nos podemos desprender para siempre del concepto de “fuerza de voluntad”.
Sin embargo, es posible hacerlo, entrenando habilidades como las siguientes.
Motivación
La motivación es uno de los motores más potentes para reforzar el cambio.
Y lo más interesante es que: “La motivación no puede entenderse como algo que se tiene sino más bien como algo que se hace. Implica reconocer un problema, buscar una forma de cambiar, y entonces comenzar y mantener esa estrategia de cambio” (Miller, 1995).
Esto significa que la motivación se puede generar y moldear según nuestras preferencias y necesidades para que nos acompañen durante todo el proceso.
Expectativas
Las expectativas también son fundamentales, especialmente las expectativas de autoeficacia y las de resultado.
Las de autoeficacia se refieren a la capacidad de creer que podemos conseguir el objetivo, que seremos capaces de mantener las conductas que nos lleven a lograrlo.
Las expectativas de resultado van más bien orientadas a la estimación que hace una persona de que una conducta dada le conducirá a ciertos resultados.
Sea como sea, las expectativas tienen un papel protagonista, y sí, al igual que la motivación, se puede trabajar en ellas.
Estabilidad emocional
Que la autorregulación emocional influye en un proceso de pérdida de peso no es nada nuevo.
En muchas ocasiones nos encontramos con problemas graves de hambre emocional que conducen al sobrepeso y la obesidad.
Igual ocurre con los problemas de autoestima: cuando una persona no se cree merecedora del cambio, cuando se siente culpable por priorizarse, cuando no se reconoce en el espejo y llegan las sensaciones de vértigo, nos encontramos con un gran obstáculo.
De ahí lo interesante de contar con ayuda profesional con un abordaje psicológico además de endocrino para perder peso.
Autocrítica
La autocrítica no siempre es negativa. En muchas ocasiones, si es constructiva, puede ayudarnos a orientarnos y aprender de los errores.
El problema es que es fácil que se vuelva destructiva, y sea una fuente de desgaste que nos lleve a tirar la toalla.
Aquí las creencias son determinantes. Si tú crees que eres algo, en esta fase de autocrítica esas creencias se intensificarán.
Por ejemplo, si tienes arraigada la idea de que eres “un desastre”, y ante un tropezón en mitad del proceso esa idea vuelve a tu cabeza, es posible que entres en un proceso de recaída intensa y destructiva, o si sabes conducirlo en la dirección constructiva, convertirlo en parte de tu proceso y una oportunidad de hacerlo mejor a partir de entonces.
Circunstancias
Las circunstancias que nos rodean, queramos o no, influyen en nuestro proceso de cambio.
No podemos negar que un contexto en el que el entorno nos apoya y en el que tengamos los recursos necesarios será mucho más llano que un contexto en el que todo está en nuestra contra.
Sin embargo, aunque hay cosas que no dependen de nosotros y que no están bajo control, si podemos cambiar la forma en la que nos enfrentamos a ese contexto.
De esta forma, la falta de “fuerza de voluntad” no será una razón de paso para no seguir adelante con el objetivo.
Cómo adelgazar si no tienes fuerza de voluntad
Ya hemos visto que la fuerza de voluntad es un concepto que no existe, y te he mostrado qué alternativas tienes para apoyarte en tu proceso.
Ahora bien, ¿cómo bajar eso a tierra y aplicarlo en tu vida real?
1 – Lo primero de todo, mentalízate
Antes de empezar un proceso de cambio, es importante informarse y mentalizarse de que no será un camino fácil ni lineal.
Por eso abordar esto con la ayuda de un profesional es tan útil, ya que aparecerán situaciones que tal vez no sepas cómo afrontar con los recursos que ahora mismo tienes.
2 – Sé consciente del punto del que partes
Una vez concienciado de que esto es un cambio de hábitos que te llevará a vivir otro estilo de vida, es interesante identificar aquellas conductas que tendrían que desaparecer de tu día a día.
No se trata de cambiar toda tu vida de un plumazo, si no más bien de ser consciente de aquellas conductas (aunque las sigas repitiendo) que te alejan de tu objetivo, y tener un plan gradual para ir sustituyéndolas por otras más positivas.
3 – Concéntrate en el proceso
Más que obsesionarte con el objetivo, con el número que marca la báscula por ejemplo, pon foco en el proceso.
Al final, lo único que puedes controlar ahora mismo es eso, el proceso, lo que haces cada día, mientras que el objetivo no es más que una consecuencia de tus pequeñas acciones diarias.
4 – Apóyate en todo lo que necesites
Una de las ideas erróneas que tenemos de la fuerza de voluntad es que será lo que nos apoye en los momentos de flaqueza, cuando sabes perfectamente que es muy difícil que eso pase.
El mejor apoyo que puedes encontrar es el que te des tú. Por eso, puedes tratar de buscar todo eso que te va bien, por ejemplo controlar los estímulos pasando por otra calle que no sea en la que está esa pastelería, o anticiparte a las situaciones que sabes que te crearán momentos complicados.
Los factores externos pueden influir, claro que sí, pero lo que más influirá será el apoyo que te des a ti mismo.
Recuerda que es imprescindible aprender a relativizar, ser flexible y ser consciente de que los objetivos no son invariables, y que más de una vez tendrás que reevaluarlos y recalcular la ruta.
Si deseas que te apoyemos en este camino, escríbenos y pide tu sesión informativa. Verás como la idea de que no tienes fuerza de voluntad para adelgazar queda en el pasado.
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